El trabajador en precario se suele sentir peor que un parado

Estudios indican que su frustración es mayor que la de un desempleado

A diferencia del parado, el precario no tiene ayudas sociales

Los trabajadores precarios, los que tienen peores condiciones laborales, salariales o de contrato que el resto de los trabajadores, pueden llegar a sentirse peor que las personas que están sin trabajo, según los estudios de Josep Maria Blanch, catedrático de Psicología Social Aplicada de la Universitat Autónoma de Barcelona, quien afirma que el precario se siente peor que un parado porque la ansiedad y la desilusión constante desmoralizan su psicología. Mientras que un desocupado tiene esperanzas de encontrar un trabajo, para un precario laboral esta ilusión se desvanece cada vez que se enfrenta a peores condiciones laborales.

«El precario se aferra a un mal trabajo como una alternativa desesperada, pero cuando encadena un subempleo tras otro, y así durante meses, o años, la sensación de frustración genera cuadros de tensión y de resentimiento hacia la sociedad, precisa Blanch.

En España, sólo el 5,64% de los contratos realizados en el 2015 han sido indefinidos y a jornada completa, mientras que el 91,01% han sido temporales. A diferencia del parado, el precario no tiene ayudas sociales y en muchas ocasiones, su exiguo salario es inferior al seguro del desempleo.

La falta de trabajo, además de la ausencia de ingresos, destierra los sentimientos de utilidad hacia la sociedad, el sentido de existencia, la organización temporal y la sociabilidad, pero la ausencia de estas experiencias también puede darse aún teniendo empleo, con el agregado de exponerse a las condiciones de trabajo de cualquier trabajador y agravado por su condición de fragilidad.

Ante la desesperación de volver a quedar en la calle, el precario elige tener un trabajo subvaluado sobre el cuidado de su salud, y se expone, en forma voluntaria pero obligado por las circunstancias, al riesgo de una deriva psicológica. Cuando termina su contrato temporal, se vuelve a enfrentar a la desazón psicológica y la presión económica, y vuelve a ser contratado en forma temporal o en condiciones precarias.

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