De acuerdo con los datos de la Central de Balances Integrada, que dispone de datos hasta 2017 para más de 600.000 empresas no financieras, la rentabilidad creció un 14,5% de media en el periodo 2003-2007 y cayó hasta el 5,2% en 2013. A partir de ese año, la rentabilidad fue creciendo progresivamente, en línea con la recuperación del entorno macroeconómico, y se situó en 2017 –último año disponible– en un 9,7%.
En cuanto a los datos más recientes y según la información de la Central de Balances Trimestral para una muestra más reducida de entre 800 y 1.000 compañías, el Banco de España indica que la rentabilidad habría seguido creciendo en 2018 para el conjunto de las empresas, hasta el entorno del 10%, pero habría caído «levemente» en 2019 (hasta el 9,8% aproximadamente), con datos hasta junio de este año.
Según la autoridad monetaria, la caída de la rentabilidad en los últimos meses se habría debido, principalmente, al deterioro que la actividad de explotación ha experimentado en este periodo, en un contexto de desaceleración económica. Esto se ha traducido, añade, en descensos generalizados del resultado económico bruto en los principales sectores económicos, excepto en el de energía, que sería el único con un comportamiento «algo más expansivo».
ENERGÍA Y COMUNICACIONES SIGUEN PERDIENDO RENTABILIDAD
Al diferenciar por tamaños, se observa que la rentabilidad tanto de las empresas grandes como de las pymes presenta un perfil similar al descrito para el total, si bien hay que destacar que las compañías de mayor dimensión siempre mantuvieron unos niveles de rentabilidad superiores a los de las más pequeñas.
En cuanto a la mejora de la rentabilidad entre los años 2013 y 2017, apunta que dicha recuperación ha sido desigual entre los distintos sectores. Así, en las ramas de industria, comercio y hostelería, y transporte y almacenamiento los niveles de rentabilidad en 2017 eran ya similares o superiores a los del periodo 2013-2017; sin embargo la construcción, cuya rentabilidad llegó a ser negativa en 2013, se encontraba en 2017 aún «muy lejos» de su rentabilidad precrisis.
Destaca la «peculiar evolución» de los sectores de energía y de información y comunicaciones, que experimentaron fuertes descensos en su rentabilidad hasta 2013, no solo como consecuencia de la crisis, sino también por el impacto derivado de la creciente competencia que se fue introduciendo en ambas ramas. Ello siguió afectando a estas actividades durante la fase de recuperación e hizo que, a diferencia de lo ocurrido en el resto de sectores, sus niveles medios de rentabilidad continuaran descendiendo hasta 2017, aunque de forma mucho más moderada.
MÁS EMPRESAS RENTABLES, PERO DE FORMAS MÁS MODESTA
Atendiendo al nivel de rentabilidad de las empresas, el Banco de España apunta que, en comparación con la situación previa a la crisis, en 2017 hay más empresas en niveles de rentabilidad positiva (pero moderada), pero, en cambio, se ha reducido el porcentaje de compañías con rentabilidades elevadas (superiores al 10%) con respecto al que había en 2007.
El hecho de que haya un porcentaje muy significativo de empresas con niveles de rentabilidad relativamente reducidos (aunque positivos) sugiere, según el organismo dirigido por Pablo Hernández de Cos, que la sensibilidad de una «proporción significativa» de compañías ante un eventual ‘shock’ negativo en el entorno macrofinanciero podría ser «considerable».
Hay dos elementos adicionales que también habrían contribuido a explicar la evolución de la rentabilidad de los recursos propios. Por una parte, los gastos financieros, que perdieron peso relativo en el RON a lo largo de todo el período analizado, especialmente en el segmento de las pymes, como consecuencia tanto del proceso de desendeudamiento que el sector ha acometido en los últimos años como, sobre todo, de las sucesivas caídas de tipos de interés registradas en estos años. Por otro lado, el denominador (patrimonio neto) aumentó notablemente entre 2007 y 2013, favoreciendo la caída de la rentabilidad en este período, de forma más acusada en las empresas grandes y en algunos sectores concretos (energía, construcción, e información y comunicaciones).
Este incremento de los fondos propios vendría explicado, entre otros factores, por la ejecución de importantes ampliaciones de capital (por ejemplo, a través de la conversión de deuda corporativa en fondos propios) y por aumentos de las reservas (derivados, por ejemplo, de cambios en la política de reparto de dividendos o de beneficios extraordinarios vinculados a inversiones en activos financieros).
Finalmente, la CBT permite valorar la evolución de la rentabilidad empresarial en el período más reciente.
Según esta información, se desprende que los niveles medios de rentabilidad habrían seguido creciendo en 2018 para el conjunto de la muestra trimestral, pero que habrían caído levemente en 2019, con datos hasta junio). La caída de la rentabilidad en los últimos meses se habría debido, fundamentalmente, al deterioro que la actividad de explotación ha experimentado en este período, en un contexto de desaceleración económica. Esto se habría traducido en descensos generalizados del REB en todos los principales sectores analizados por la muestra trimestral, excepto en el de energía, que sería el único con un comportamiento algo más expansivo.
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