UPA propone una política de aguas con «criterios sociales» en favor de la agricultura familiar

Remarca la importancia del regadío para el sector agrario, para el medio rural y para toda la sociedad

Los regadíos en España producen un 64% de la producción agraria final (Foto: Diego Juste)

La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha resaltado la importancia de la agricultura familiar en el contexto del regadío en España, como el modelo de explotación mayoritario en nuestros regadíos que «produce alimentos para alimentar a la sociedad y que gestiona directamente y mantiene el medio rural en todos sus aspectos: económico, social, territorial, ambiental o cultural».

Por ese motivo, UPA reclama una urgente Ley de Agricultura Familiar con el objeto de apoyar y fomentar este modelo social de agricultura «frente a la atracción de capitales e inversores (fondos de inversión y grandes explotaciones como las macrogranjas o similares) no implicados en el territorio y cuyas acciones especulativas están provocando un grave problema para la viabilidad de los agricultores de carácter familiar, cuyos efectos negativos, si no se pone freno a esta tendencia, se verán peligrosamente incrementados en un próximo futuro».

También desde UPA se reclama una política «más justa y social» en materia de recursos hídricos: concesiones de derechos de agua con criterios sociales, fomento de los bancos públicos del agua y mecanismos de intercambio, eliminación del mercadeo en concesiones de agua o aplicación de criterios sociales en los planes de sequía.

UPA recuerda que el regadío supone un «motor de desarrollo» por la producción de alimentos y la creación de riqueza que supone. En términos generales, una hectárea de regadío produce seis veces más que una hectárea de secano (con un 22% de las tierras de cultivo en España, unos 3,77 millones de hectáreas de regadío, se obtiene más del 64% de la Producción Final Agraria nacional). La renta para el agricultor, también en términos generales, «es aproximadamente cuatro veces superior a la de la agricultura en secano».

Las explotaciones agrarias de regadío, a juicio de UPA, «son más competitivas y menos dependientes» de las ayudas de la PAC, al suponer un menor porcentaje de la renta procedente de estas ayudas. El regadío «permite diversificar los cultivos (mejor gestión del riesgo) y estabilizar las producciones, con una reducción de los riesgos climáticos».

Además, el regadío supone un «efecto multiplicador» en la economía rural: «es el soporte de la industria agroalimentaria y dinamiza a otros sectores de la economía». En cuanto al empleo, el regadío tiene una gran capacidad de generar empleo directo, «cuadruplicando» el que genera el secano en términos medios -para generar un puesto de trabajo se requieren 9,2 has de regadío o 41,6 has de secano-.

También tiene una gran capacidad para generar empleo indirecto (sector insumos, servicios, agroindustria, transporte, comercio…). «El regadío genera un empleo de mayor cualificación profesional y facilita en el medio rural la incorporación de jóvenes y mujeres al sector agrario y al mercado laboral en su conjunto», apunta la organización agraria.

Regadío y agricultura familiar

En general, según UPA, el regadío garantiza la viabilidad a las explotaciones familiares al aumentar su rentabilidad. Además, es un instrumento vital de fijación de población contra la despoblación rural. «Está demostrado que en las zonas con regadío el factor demográfico y dedicación a la agricultura es mucho más elevado que en las zonas de secano, donde el despoblamiento se ve claramente acentuado».

Ante los efetos del cambio climático, las explotaciones de regadío son mucho más resilientes (en especial frente a la sequía). De hecho, desde UPA, han señalado que la modernización del regadío es un instrumento vital de lucha contra el cambio climático, tanto desde la adaptación, al permitir con sus inversiones en aras de un consumo de agua más racional y optimizado, hacer frente a unas sequías cada vez más intensas para garantizar la rentabilidad y viabilidad de las explotaciones; como desde el aspecto de la mitigación, al ir sustituyendo las energías fósiles por fuentes renovables y por tanto reduciendo la emisión de gases efecto invernadero y contribuyendo al objetivo de la descarbonización de nuestra economía.

En España la superficie de regadío ocupa aproximadamente 3,77 millones de hectáreas (datos de 2022), habiéndose incrementado en más de 250.000 has. desde 2012 (cuando había 3,52 millones de has.), pero que pese a ese incremento de superficie el consumo de agua en regadío se reducido debido a la modernización de regadíos, a la que ya se han sometido aproximadamente 1,5 mill. has.), logrando una mayor racionalidad y optimización del uso del agua tanto por sistemas de gobernanza, como por la introducción de nuevas tecnologías que permiten utilizar el agua en función de las necesidades reales de las plantas.

De hecho, la superficie regada por gravedad (la más consumidora de agua) se ha reducido en unas décadas, pasando de ocupar más del 50% del regadío a solamente un 21% en 2022, mientras que los riegos localizados (goteo) ya suponen más del 55% de nuestro regadío, con más de 2,1 mill. has. Aun así, desde UPA se reclama un mayor esfuerzo inversor en la modernización de regadío para completar el máximo posible de nuestra superficie, así como para aumentar la oferta de disponibilidad de agua a través de las desaladoras y el agua reutilizada con los correspondientes programas de apoyo financiero.

El regadío en España supone un gran porcentaje en numerosos sectores: citrícos (91,6%), hortalizas (89%), viñedo (42%), olivar (31,3%) o cereales (15%). La distribución es desigual en las Comunidades Autónomas: Andalucía con más de 1,1 mill. has. (29,2%), Castilla-La Mancha con más de 585.000 has. (15,5%), Castilla y León con 451.000 has. (12%) o Aragón, con 414.000 has. (11%).

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