Pero, ¿qué podemos hacer? Lo fundamental es mirar la etiqueta del producto, ya que ahí puede verse dónde se ha fabricado. Hay compañías que optan por fabricar fuera de España, en países con más bajo coste productivo, como Marruecos o Cabo Verde, entre otros. No es el caso de Unión Salazonera Isleña, que realiza todo el proceso en sus instalaciones de Isla Cristina en Huelva, donde recibe el pescado del puerto del municipio y desde donde sale el producto final con destino al mercado. Además, en Usisa quieren resaltar también otro aspecto fundamental: la elaboración. «Nosotros seguimos procesos ancestrales heredados de nuestras generaciones pasadas. Prueba de ello son nuestras expertas peladoras y estibadoras, no obstante no todos siguen apostando por la elaboración artesanal. Factor a tener en cuenta», indican.

Si bien, la industria conservera española lleva años luchando para que se defienda al sector frente a los productos de países terceros. Estos llegan a España sin ningún tipo de arancel, lo que supone una competición desfavorable en cuanto a precios.

De la mano de la patronal conservera Anfaco-Cecopesca se ha reclamado a la Comisión Europea que garantice la competitividad de las marcas comunitarias y no conceda beneficios a las conservas de atún (en este caso) procedentes de otros países externos.

En esta línea se ha solicitado también que no se le dé un acceso “preferencial” al mercado de la Unión Europea (UE). Según ha manifestado la entidad mediante un comunicado: “La asociación cree que las conservas de atún deben considerarse un `producto sensible´ en el marco de las negociaciones de acuerdos comerciales entre la UE y otros estados”.

La importancia del origen en la industria conservera

Hay que ser realistas y el precio suele ser el factor más decisivo a la hora de adquirir una lata de conservas. En este sentido, el producto comunitario suele tener las de perder, ya que antes de su puesta en circulación ha de cumplir con una serie de controles sanitarios a los que no están comprometidos las naciones fuera de la comunidad europea. Sin duda, este hecho influye, y mucho, en el coste final del producto.

Asimismo, desde USISA apuestan por un proceso artesanal donde no tienen cabida los conservantes ni los aditivos, sólo pescado, sal y líquido de cobertura (aceite de oliva, girasol, al natural o tomate). «Así garantizamos el sabor natural sin adulterarlo con otras técnicas menos sostenibles como el pelado químico», indican.

Por ese motivo, desde la industria conservera se solicita competir en igualdad de condiciones higiénico-sanitarias, medioambientales, sociales y de sostenibilidad.

USISA apuesta por un proceso artesanal donde no tienen cabida los conservantes ni los aditivos
USISA apuesta por un proceso artesanal donde no tienen cabida los conservantes ni los aditivos